Viajante no hay mercado se hace mercado al visitar



De niño vivía al lado de la zapatería de "Otero", lo que más me llamaba la atención de este negocio que aún sigue vivo a base de vender Yumas, Paredes,... y algo de mercería, era cuando llegaban unos señores vestidos demasiado elegantes entre semana para un pueblo de bateeiros, que llamaban  por eso y por sus rancheras... de aquella no se conocían como Sport Wagon. Eran los viajantes, especie ya en vías de extinción que con el paso de los años mutó al término "comercial".

Esta gente salía de su casa el domingo y regresa el viernes o sábado, cruzando en el mayoría de los casos media España con los maleteros llenos. Sin móviles, sin portátiles,... Visitaban, vendían y pasaban pedidos a base de esfuerzo, cuando aún el marketing o cualquier tipo de ayuda externa no se divisaba en el horizonte. Seguramente lo más parecido serian las Páginas Amarillas.

Comían, cenaban, desayunaban y dormían fuera de casa con la única misión de aprovechar al máximo cada peseta invertida. Con una ambición y motivación que los llevaba a intentar superarse cada semana. El esfuerzo era tremendo, el aire acondicionado estaba tan lejos como la llegada de las autovías a Galicia. Aún así se metían horas y horas de coche, fuera de casa, lejos de su familia,... con la firme vocación de que las máquinas de las fábricas que representaban no se parasen.

Con el tiempo, el término fue desapareciendo, incluso en cierto modo, concertiendose en despectivo... imponiéndose la acepción de COMERCIAL. La puerta fría se sustituyó por reuniones programadas, las llamadas cada dos días a fábrica fueron sustituidos por los mails diarios presionando porque no se llega a los números, las ferias fueron sustituidas por páginas web y los mapas de carretera por el Google Maps... Y un largo etcétera, pero al final los clientes siguen necesitando una visita, una experiencia de usuario diferente, un trato personal, unas muestras... Siguen necesitando un viajante que esté pendientes de ellos.

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