Empresa grande, empresa pequeña
Siempre he sido un friki del deporte, desde niño... Lo he probado casi todo, pero sin duda me quedo con el remo por tradición, el atletismo por vocación y el volei por devoción.
A medida que uno se hace viejo funde sus ilusiones deportivas con las ilusiones de su hijo o hija. Así que fruto de esta simbiosis me paso los fines de semanas madrugando y metido en autobús con el resto de padres "tifosi", parecemos los "barras bravas" del deporte en edad escolar. Siempre le he intentado inculcar la importancia del deporte como filosofía de vida, y también como ejercicio práctico de lo que se va a encontrar en su vida laboral (jefes repugnantes, compañeros estupendos, competencia malvada,...)
Mi hija trabaja en una pequeña empresa, con un clima laboral estupendo que la dirección intenta inculcar en toda la organización desde pre-benjamines a seniors, sin diferenciar sexos. Fabrican y comercializan un producto desarrollado con mucho mimo e ilusión digno de ser comprado por los gustos más exigentes. La competencia es feroz, pero aún así no se amilanan, creen en lo que hacen y se enfrentan a quien se le ponga por delante a base de tesón y calidad.
Uno de los principales hándicaps de la empresa de Xulia es que su cultura organizacional se está aún construyendo, pero tiene unos buenos mimbres y muy definida su misión, visión y, sobre todo, valores.
Tienen un líder en el que creen principalmente por su honestidad y hasta es capaz de conseguir que no coma "chominadas" después de los partidos.
Todas estas virtudes, como son el liderazgo, el clima laboral, la honestidad, el esfuerzo... No son propiedad ni de organizaciones grandes ni pequeñas, pero alguna que otra vez, principalmente las grandes, se relajan y olvidan de la importancia que tienen valores como la humildad y el trabajo en equipo. Son propiedad de los devotos de la ilusión.
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