El día a día de la funcionaria chutada
Se llama Ana y es la pediatra de mi hija... No la he visto delante, por suerte, más de cuatro o cinco veces al sumo, pero la tía siempre va chutada de energía y empatía. Su actitud y aptitud van de la mano sin lugar a duda.
Realmente desconozco la nota con la que terminó la carrera o su nota en el MIR. No necesito saberlas, realmente no me interesan en absoluto. De eso no depende que mi hija no vaya a disgusto a su consulta ni tampoco de que yo salga tranquilo. Eso no lo consigue con su expediente académico, más bien lo logra gracias a su pasión y talento. Desborda Soft Skills por los cuatro costados, ni me atrevo a enumerarlas, pero seguro que va dopada de dopamina porque está mucho por encima de la media en cuanto a humanidad y habilidades sociales.
Si estuviéramos hablando de la empresa privada ya estaría escuchando a mi madre decir: "como se nota que es la propietaria, da gusto como te atiende", lo dice tanto de la frutera, del carnicero... en la óptica como en la droguería.
Si la atención al público es el 90% del éxito que cualquier tipo de negocio, qué decir de la salud que no hayáis vivido en primera persona.
La función pública debería tener unas normas mucho más rigurosas en cuanto a la atención al público... Parece sencillo pero realmente no lo es ya que muchos de nosotros no se lo ponemos fácil.
Pero no queda aí la cosa, sino que cuando nos mandaron cambiar de sala para llevar la vacuna de los doce años. La enfermera que nos atendió era la versión 4.0 de la pediatra. La cultura de la organización deja mucho que desear pero el área de pediatría va chutado... se contagian entre ellas a base de sonreír y escuchar.
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